En la oscuridad
Imperios de tela con hormigas teledirigidas
¡Qué simple es la vida cuando se quiere vivirla!, pero que enrevesada: cuando pensamos en lo que hay que hacer en vez de hacerlo, cuando pensamos en lo que piensan los demás sobre nosotros y sobre ellos mismos, cuando intentamos ser más sin tan siquiera saber de lo que partimos... ¡Qué difícil es ser persona en estos tiempos! Y como cuesta estar viendo poco a poco una socialización hacia lo invisible, no puedes hacer nada, sólo queda intentar disimular ese color monocromo que recubre la ciudad (el mundo) de nombres sin sentimientos.
Cuantas cosas por hacer: despertarme, desayunar, estudiar, almorzar, estudiar, cenar, dormir... con pequeños intermedios de interacciones humanas de temas de los que aún no comprendo su trascendencia. A veces incluso surgen efímeras emociones pero nadie se permite el lujo de llevar a cabo lo que desea, puede ser que por un momento te sientas complacido, creas que la felicidad es el hedonismo y caigas en una falsa creencia.
Mientras tanto la “vida” se reserva para el fin de semana:
// AlBoRoT0 // DeSeNfRen0 // Ca0s //
Masas y masas de gente con movimientos rítmicos hacia alguna parte, ningún sitio.
Gente porque no son más que gente, tan siquiera soy capaz de llamarlos personas
tan siquiera soy capaz de llamarme persona.
¿Al final no consistirá todo más que en la funcionalidad? ¿La funcionalidad del individuo en la sociedad? Ahora soy la funcionalidad potencial de la siguiente generación de ladillas obreras, es decir, soy un estudiante que con ahínco día tras día se esfuerza en abrir su mente para introducir nueva información, para en unos años pasar de la monótona vida del estudio a la extenuación del trabajo.
Trabajar para comer, trabajar para dar de comer, trabajar para comprarme un DVD... Quiero ser importante entre los don nadie. De mayor también quiero estar encajado en esta sociedad, no quiero ser un bicho raro, quiero trabajar y que el trabajo describa quien soy. Si puede ser vivir comiendo lo que dice la televisión para que tenga menos en lo que pensar. Ocupar mi tiempo al máximo para interactuar lo mínimo con otra gente. Llegar a casa cansado. SATISFACCIÓN.
Para terminar me gustaría pegarme un tiro con la pistola de mi hijo cuando llegue a la conclusión de tantos textos en blanco en mi recuerdo, de tantas cosas sin hacer, que no lo pueda soportar.
Mmmm... No me parece buena idea lo del tiro, daría muy mala reputación a mi familia, mejor planeamos un futuro lleno de sueños para realizarlos en 15 días, a poder ser que coincida con el mes de agosto para que también nos de tiempo a ir a la playa en esa zona del mundo donde la gente todavía va con taparrabos. Así reírnos de la necedad que subyace de lo absurdo de la existencia occidental, olvidando aquellos días de manifestaciones, las camisetas solidarias que compramos, los pensamientos anárquicos... olvidando la juventud y la rebeldía.
